La crispación en el Ayuntamiento de Alcorcón está aumentando conforme avanzamos hacia las próximas elecciones municipales y autonómicas, pero no es lo único que sube. El coste de la gasolina (se han acabado las ayudas del gobierno), del gas, la electricidad o la cesta de la compra no parecen tampoco parar, como no lo hace tampoco el coste del pago de las hipotecas de aquellos vecinos que decidieron contratar a tipo variable los préstamos de sus viviendas.

Es momento de ayudar, y desde Alcorcón debemos alzar la voz para que, aunque no tengamos competencias para frenar las decisiones del Banco Central Europeo, sí las tenemos, al menos a nivel estatal, para echar una mano a nuestros ciudadanos. Estamos en una fase de normalización de la política monetaria, y lejos quedará el extraordinario periodo de una década de tipos de interés prácticamente nulos o negativos. Así lo sugieren tanto los propios anuncios del BCE sobre sus intenciones futuras como las acciones tomadas por el resto de autoridades monetarias de los países de nuestro entorno económico.

Si bien la política monetaria no está en manos del Gobierno, sí está en su mano aliviar algunos de los efectos secundarios más negativos de una normalización de la política monetaria que, aunque era previsible desde hace tiempo por las especiales circunstancias de una inflación desbocada, está siendo ejecutada a un ritmo acelerado y ha pillado a gran parte de la economía española por sorpresa.